iPads y pañoletas

Guillermo Fernández empezó en el grupo como lobato de la manada Khanhiwara allá por el año 2004, desde allí continúo su progresión en el escultismo formando parte de la Mafeking, la extinta Stanhope y la comunidad ruta Polaris. En septiembre de 2012 entró a formar parte del equipo de scouters del grupo scout Calasanz, demostrando su vocación por el servicio y la educación de los más pequeños.

A continuación os dejamos con un texto elaborado y leído por Guillermo en la vela de insignias del pasado campamento de Boniches ’14.

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«Hola a todos:

Muchos me habéis pedido el texto que escribí para la Vela de Insignias de este año. Es por eso que os lo dejo por aquí. Me alegro un montón de que fuera útil, aunque sólo sea un poco. La verdad es que me salió muy de dentro.

Nunca olvidéis que somos scouts. No podemos permitirnos el lujo de hacerlo.

Guille.»

iPads y pañoletas

Un día, en clase de Filosofía, la profesora nos propuso un ejercicio. «Describe como sería tu vida ideal dentro de unos años». Ilusionado, no tardé mucho en plasmar mis ideas scout en el folio, hablando de un mundo de paz, un mundo de oportunidades, de justicia, de hermandad, donde nadie pasara hambre, donde hombres libres eligieran su propio destino y nadie quedara atrás en el camino. En definitiva, un mundo donde las personas fueran la prioridad y todos como especie pudiéramos disfrutar del milagro que es la vida. Ese sería, sin duda, un mundo digno de ver.

Seguramente pequé de ingenuo, pues cuál fue mi sorpresa cuando mis compañeros empezaron a leer sus redacciones. «Una mujerzaca rubia, una mansión con jacuzzi, campo de golf»… -decían-. «Un ferrari, un lamborginni…» Nadie hablaba de nada parecido a lo que yo había imaginado. Escuché atónito los testimonios de aquellas personas, cuya máxima aspiración en la vida era,  en definitiva, tener «bienestar».  Avergonzado, bajé la mano lentamente, mientras mis compañeros se limpiaban el culo con sus billetes de quinientos imaginarios.

No es difícil ver que ejemplos como éste se repiten en nuestras vidas día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto. Este mensaje se ha insertado en nuestro código moral como si se tratase de una especie de retrovirus, hasta el punto de que nadie (o muy pocos) nos atrevemos a cuestionarlo.

«Acumula, acumula, y acumula. Trabaja duro. Enriquécete todo lo que puedas. Ten una piscina de oro como el tío Gilito, si puedes. Entonces, y sólo entonces, serás feliz». Éste es el dogma. Y nos viene impuesto desde todos lados.

La televisión. La radio. La prensa. Los carteles.  Las estrellas de cine. Los futbolistas. El Corte Inglés . El señor Pitbull, Miley Cyrus y compañía. Los empresarios. Los propios ciudadanos. Los políticos. Incluso a veces la propia escuela. El mensaje tiene muchas formas, y puede ir desde «cómprate un yate» hasta «necesitas un móvil nuevo», pero siempre tiene el mismo principio: el del derroche.

Las joyitas. La play 4. Una tele en alta definición. El 4G. Los vaqueros de marca. El Audi. El 5.1 surround. El HD. La fibra óptica. El hotelito de 5 estrellas. Para mucha gente son imprescindibles. Mucha gente todavía cree con fe ciega en estas asquerosas mentiras en la que les han educado. Muchos son todavía esclavos de sus posesiones y se olvidan de lo verdaderamente importante.

¿Y  tú? ¿Qué cosas te esclavizan? ¿Cuántos iPads crees que necesitas para ser feliz?

Si durante estos 15 días no has estado viviendo debajo de una piedra, seguramente tu respuesta será cero. Afortunadamente habrás comprendido que para ser la persona más feliz del mundo sólo necesitas amar y hacer felices a los demás.

Y es que los scouts tenemos una manera distinta de entender el mundo. Los scouts no nos resignamos. Los scouts creemos que otro mundo es posible, a pesar de que todos a nuestro alrededor se empeñen en decirnos lo contrario. Los scouts creemos que se pueden cambiar las cosas. Pero no sólo lo creemos: las cambiamos. Desde el ejemplo. Ya lo creo que si las cambiamos. Pero una barbaridad.

Éste es un don muy preciado que no podemos guardarnos sólo para nosotros. El mundo necesita que esto se sepa. El mundo necesita menos iPads y más amor. El mundo necesita menos YO y más TÚ. El mundo necesita menos YO y más NOSOTROS. El mundo necesita que dejemos de mirarnos el ombligo.  Y si te preguntas hasta qué punto lo necesita, escucha esto:

En estos momentos hay casi mil millones de personas en el mundo que no tienen acceso a agua potable. Más de 200 millones de niños en el mundo se ven obligados a trabajar en condiciones inhumanas, son explotados sexualmente o simplemente son esclavos, víctimas de un tráfico de humanos que trata a las personas como si fueran despojos. Cientos de personas han sido asesinadas o explotadas durante los últimos meses para que nosotros podamos disfrutar del mundial de Brasil. Cada año mueren entre uno y tres millones de personas en el mundo debido a las guerras. Tres mil millones de personas viven en países con un mal reparto de riqueza, desigualdad, y alto riesgo de conflictos violentos. Un quinto de la población mundial acumula el 90% de la riqueza total de este planeta. Para que toda la población mundial pudiera vivir como vive un europeo de clase media, harían falta 3 planetas tierra de recursos. Vosotros, que estáis leyendo esto, sois europeos de clase media…

El mundo es injusto. Este mundo que hemos CREADO es INJUSTO. Y cuanto antes os deis cuenta, mejor. No conviene vivir en una burbuja pensando que todo va muy bien,  porque al final acabas sin hacer nada. Y no hacer nada va en contra de lo que es ser scout. Estos son datos muy duros, sin duda. Pero no hay que tirar la toalla, ni mucho menos. Escucha:

Mientras hablamos, hay gente que se está dejando la vida en cambiar estas cosas: más de 200 millones de voluntarios en todo el mundo que se entregan para luchar contra el analfabetismo,  la pobreza o la violencia. Cientos de millones de médicos en todo el planeta. Cientos de millones de maestros. Cientos de millones de misioneros. Sólo en nuestro país existen alrededor de diez mil ONGs.

Pero no hay que irse tan lejos. Para cambiar las cosas no hace falta irte a Calcuta a dar de comer a los pobres. En nuestra ciudad se producen injusticias todos los días. Niños con riesgo de exclusión social. Ancianos que sólo necesitan que alguien les preste atención. Personas con dificultades para llegar a fin de mes. Personas sin hogar. O simplemente, tu madre, que necesita que le ayudes con las bolsas de la compra. O que le digas todos los días que la quieres. Y es que el mundo se cambia, ahora más que nunca, desde los pequeños actos, desde el día a día, ladrillo a ladrillo.

Y el arma que tenemos los scout para cambiarlo es nuestra promesa, que llevamos al hombro con orgullo. Pero para que la promesa sea efectiva hay que saber utilizarla bien, y sobre todo entender lo que significa. Por eso quiero que te quede muy claro a lo que te estás comprometiendo. Si mañana vas a hacer tu promesa scout, o si la hiciste en su día, quiero que me escuches muy seriamente. Que sepas que te comprometes a hacer algo al respecto. Te comprometes a pensar primero en los demás. Te comprometes a decir NO a la frivolidad. Te comprometes a no taparte los ojos, a no ponerte careta y a no apartar la vista de los problemas. Te comprometes a soñar con que un mejor mañana es posible. Te comprometes a trabajar hasta que te sangren las manos sin esperar más recompensa que la de saber que has hecho todo lo posible para que esto cambie. Te comprometes, en resumen, a ser feliz, pero verdaderamente feliz, no la clase de felicidad que mis compañeros de clase querían tener.

Y cuando dices «todo cuanto de mí dependa», estás diciendo que no vas a parar hasta que te fallen las fuerzas. Que nunca te vas a conformar. Que esto no se va a limitar a unas palabras  bonitas y unos sábados por la tarde. Que es para toda la vida.

Si después de meditar todo esto muy bien, todavía estás decidido a comprometerte, adelante. Te aseguro que el viaje será apasionante. Vas a ver los milagros de Dios, vas a maravillarte al contemplar de lo que es capaz el ser humano. Pero te advierto: también será muy duro. Vas a sufrir. Vas a sangrar. Vas a llorar. Vas a caer en el barro. Vas a desear haberte quedado en casa. Pero sabrás que ya no hay vuelta atrás. Y mirarás hacia adelante con ilusión. Con tu promesa y con la ayuda de Dios te levantarás del barro, una, dos, tres y hasta mil veces. Y te levantarás cada vez más fuerte, más sabio, y más convencido en que una noche, ante un fuego tranquilo, elegiste el camino correcto.

No estás solo. Hay muchísima gente que, como tú, un día se comprometió a dedicar su vida a los demás. Hay 30 millones de scouts que ahora mismo se están dejando la piel para dejar el mundo mejor de lo que lo han encontrado.

Somos muchos, muchísimos. Y cada día más. Porque SÍ se puede cambiar el mundo. Y el que te diga que no, demuéstrale lo equivocado que está. Porque podemos vivir sin iPads y sin piscinas de oro, pero no podemos vivir sin amor. Porque no nos creemos las mentiras de unos hombres-máquina con corbata, fríos e infelices que quieren convencernos de que no hay nada que hacer. Porque la justicia y la paz no son sólo palabras que aparecen en los cuentos. Porque las sonrisas y las buenas acciones son más fuertes que el dinero.  Porque entendemos el mundo de otra manera. Porque alguien tiene que hacerlo. Porque Dios está de nuestro lado. Porque lo vamos a conseguir. Por eso y por mucho más, somos scout.

Siempre listos.

 

Enrique Valiente

Enrique Valiente, scouter de la tropa Impeesa, lleva con nosotros desde que con 10 años entró a formar parte de la gran familia del escultismo en la misma tropa en la que hoy hace una parte de su voluntariado y servicio scout.

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El pasado campamento de Kandersteg, y con motivo de la vela de insignias, quiso compartir con nosotros una reflexión sobre su experiencia personal dentro del escultismo. Desde aquí queremos agradecer nuevamente que compartiera sus pensamientos con nosotros y que hoy quiera que se divulguen en la página web.

Además inauguramos la sección especial «SILUETAS» con entrevistas y otras colaboraciones personales como esta que hoy podéis leer aquí.

En los nueve años de mi transcurso dentro del grupo scout Calasanz, el escultismo ha supuesto un proceso de formación en mi vida que me ha llevado hasta la situación en la que hoy día me encuentro, no un fin de pista, sino una nueva etapa en mi camino. Considero que la vida scout es una decisión personal que, con el paso de los años, ha ido afianzándose dentro de mi propia filosofía de vida hasta llegar a estar presente en todos los aspectos de mi vida, mi personalidad, mi modo de actuar o mi visión y actitud respecto a la sociedad, el mundo y el entorno que me rodea.

A veces me aterra pensar qué hubiera sido de mis valores, mis ideas, mi vida y mi manera de enfrentarme a ella, sin mi contacto con el escultismo, sin la decisión de unos padres que, desesperados ante un niño solo, acomplejado, sin amigos y con grandes problemas para relacionarse, lo arrastraron en octubre de 2004 hasta las puertas de la manada Seeonee. A partir de este primer contacto en los locales, me enamoro ciegamente de un movimiento sin casi ser consciente de todo lo que posteriormente me cambiaría: prácticamente toda una vida. A lo largo de las siguientes etapas, mis experiencias en el grupo van moldeando en mí un carácter, una concepción sólida de la fe, el evangelio, la ley scout o las teorías de Baden Powell y la consolidación de un núcleo afectivo cada vez más fuerte, más considerado de hermanos que de meros compañeros. Mi personalidad estaba cambiando y mi cabecita de tropero absorbía como una esponja, paso a paso, canción a canción, nudo a nudo, risa a risa, lágrima a lágrima era cada vez más aceptado, jugaba, me sentía vivo, animado, feliz… me estaba convirtiendo en scout.

Es este espíritu scout tan interiorizado el que, por suerte o por desgracia, debe ponerse de manifiesto a partir de mi tercer año de tropa cuando por distintos motivos una malísima situación ataca a mi familia generándome grandes responsabilidades, esfuerzo y sacrificios que no son tan comunes en alguien de mi edad así como la pérdida de mucho tiempo de reuniones y momentos con mis amigos y su consiguiente distanciamiento del grupo. Fue, precisamente, ese proceso de maduración en el escultismo el que me hizo pasar del egoísmo y la tristeza de tener que trabajar y no poder llevar una vida como el resto de mis amigos, a un sentimiento de esfuerzo, trabajo y motivación por este prematuro proyecto de servicio en mi camino scout, encontrando en la situación que, en ese momento, abordaba a mis seres más queridos a ese débil al que, tal y como simboliza mi saludo scout, debía proteger.

Fue, quizás, esta mi primera experiencia scout fuera del grupo, la que me hizo sentir la alegría del trabajo bien hecho, del esfuerzo, de la ayuda sin más beneficio y gratificación que una mera sonrisa, sentir como ante una gran dificultad, se puede sacar una gran enseñanza y alcanzar una plena felicidad, una dificultad por la que ahora doy gracias a Dios y que me sirvió de motor para un posterior espíritu de ayuda y servicio que me condujo hace ya año y medio a las puertas de Cáritas y a innumerables ideas, gestos y acciones de mayor o menor magnitud que abordan mi día a día. Es desde entonces cuando miras atrás y ves que el largo recorrido de los 9 años tiene sentido, que eres distinto, que no tienes los mismos intereses, motivaciones ni necesidades que el resto de personas y que las mayores recompensas que tienes son las de tu alumna de las 500 que ha aprobado el curso, la sonrisa de tu niño de Caritas que sonríe y juega escapando por unos días de su no muy recomendable rutina, la mirada esperanzadora de tu familia haciendo malabares para llegar a fin de mes, lidiando con un negocio que se les va de las manos o el simple gesto de simpatía que generas regalando una sonrisa con tu alegría y vitalidad a todo aquel que, absorto en su monotonía, se cruza en el trayecto de tu día a día.

Para finalizar, y dicho esto, nadie debería extrañarse de que considere este grupo como mi propia familia, no por compartir momentos como hermanos, sino porque esta persona que tenéis delante es prácticamente fruto de todo este tiempo compartido con vosotros y con aquellos que ya se fueron del grupo y, por tanto, eso la hace tan hijo de sus padres como de todos vosotros. Muchas gracias por todos estos años y por todas las buenas cazas y largas lunas más que me esperan a vuestro lado.

Vuestro hermano scout, Enrique.