Carta de Helen y Edu Tébar: Vela de insignias 2015

Cada año, en cada campamento de verano, hay una noche muy especial para todo el grupo, en la que celebramos la vela de insignias. En ella, reflexionamos sobre los pasos que hemos dado en el escultismo y en nuestras vidas de cara a al servicio y la entrega a los demás. Mientras unos recuerdan su promesa scout, otros piensan en qué les lleva a realizarla el día siguiente.

Estas últimas veladas han sido bastante dinámicas y participativas: intentamos que las valiosas aportaciones de cada uno, desde el lobato hasta la ruta, o la jefa de grupo, puedan inspirar y ayudar al resto. De manera más concreta, estos últimos años un scouter ha escrito una carta, cada una de un estilo y una magia inigualables. De hecho, os dejamos aquí las de Enrique Valiente en Suiza ’13 y de Guille Fernández en Boniches ’14, las cuales publicamos ya en nuestra web.

No obstante, en esta entrada os dejamos con la carta que escribieron Helen y Edu Tébar en Navasfrías, el pasado 2015. Ambos llevan toda la vida en el escultismo, y considero que se han comprometido en cada etapa que han vivido de manera ejemplar. Las palabras que nos dejan son una gozada, su carta tiene un estilo muy peculiar: le hablan a su yo del pasado.

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Querido yo a los ocho años, no tengas miedo: entra al local por primera vez, no hay tanta gente como parece, pronto harás amigos/as y no pararás de reír día tras día a su lado; puede ser que los dibujos de las paredes te resulten extraños, pero pronto te darás cuenta de que tras ellos hay un gran mensaje. No te preocupes, dormir en tiendas no es tan duro como piensas; y ante todo no saludes en las buenas tardes, todavía no has hecho tu promesa. Cuando la hagas, ten claro que no te acordarás de lo que prometes; pero, lo que sí es seguro, es que te esforzarás por ser una buena lobata.

Querido yo a los doce, empiezas a crecer, ya estás en tropa, pero no olvides emocionarte con los pequeños detalles: tu primera corte de honor, tus primeras ampollas en la marcha, la primera vez que te sacan a contar las piedras, a sujetar árboles, o a correr por el campo de fútbol de la casita, mientras Luis y Julio gritan para que pares. Los scouters no son tan serios como parece: te quieren, te valoran y por eso, a pesar de que duela, te regañan, porque ante todo quieren lo mejor para ti, eres importante para ellos/as y se preocupan por todo lo que sientas.

Querido yo a los trece, no la líes tanto: la bolsa de cinco kilos de chuches fue una gran cagada, aprende a esconderlas mejor. No te desilusiones cuando después de andar 25 km. llegues a una fuente que no tiene agua: siempre hay una solución y, muchas veces, son las risas de tus compañeros/as que, sin saberlo, te animan en los momentos más difíciles. De hecho, durante este año aparecerán las personas más importantes de tu vida.

Querido yo a los dieciséis, el color rojo te sienta de maravilla, por primera vez comienzas a pensar que eres un ejemplo para los más pequeños. Las dificultades no parecen tan grandes como piensas: siempre tendrás a Edu Gómez y a Fran, que te cogerán de la mano cuando lo necesites mientras subes a Cola de Caballo. Aunque te parezca extraño, las tiendas no se rajan tanto como parece, no dejes que los gritos alarmistas de Marcos bajo la lluvia te influyan o te asusten, eres mucho más fuerte que eso. Dormir sentados en las tiendas no es tan incómodo, todo es acostumbrarse a dormir seis personas en un iglú de cuatro. Aprenderás muy rápido que los/as rutas no son siempre los que dan el cante: coged una guitarra y salid a cantar por Pineta cuando calme la lluvia, porque conseguiréis animar a todo el campamento. Nunca olvidarás el día en el que hiciste tu promesa, porque esta marcará un antes y un después en tu vida, un cambio de actitud, un cambio de pensamiento. Verás que puedes hacer pequeñas cosas por el mundo, y que cuando todos se unen, serán un gran cambio.

Querido yo a los diecisiete, por muy mala que parezca una ronda solar, puede salir un gran campamento. Hay momentos difíciles en la etapa como scout, y este año va a ser uno de esos momentos. No te juntes en el raid, porque acabarás limpiando el pabellón azul desde las siete de la mañana del siguiente día. Créeme, que separen la Stanhope no es el fin del mundo, solo es comienzo de algo nuevo, algo grande. Escucha atentamente lo que te voy a decir: los fuegos de campamento son perfectos cuando comienzas a prepararlos desde el primer día, te aseguro que estarás orgullosa de la obra de Peter Pan que representaste con toda tu unidad.

Querido yo a los diecinueve, tras pasar de trece personas en tu generación a quedar solo seis, no te desanimes; ya has comprobado que a lo largo de tu vida cada persona toma un camino diferente, pero eso no significa que vuestros caminos no se vayan a volver a cruzar: los verdaderos amigos siempre vuelven. Cuando te pierdas en la marcha, recuerda que no somos nosotros los que nos perdemos, son las sendas las que no nos encuentran. Por cierto, una salida de clan tú sola no es tan triste como crees, bueno… solo un poco.

Querido yo a los veinte, no te engañes, todavía no ha llegado el momento de abandonar el grupo. Tras comprobar que ser clan piloto no fue buena idea, vuelves con más fuerzas que nunca, cargado de ilusiones y propuestas, para tratar de enseñar todo lo que has aprendido, y por supuesto, seguir aprendiendo juntos a tus compañeros/as y secciones. Te darás cuenta de que ser scouter lleva más trabajo del que pensabas, pero también de que merece la pena; de que por encima de las broncas o enfados, quieres con locura tus niños y niñas, y sabes qué harás cualquier cosa por ellos.

Por eso, disfruta de los años que te quedan, porque no todo es para siempre, y ya han pasado once años desde que te pusiste con orgullo por primera vez la pañoleta.

Sé que tú ya no puedes leer esto, pero estoy seguro de que alguien lo hará: y vale la pena recordar, siempre que esto pueda ayudar a alguien.

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